PUREZA FAMILIAR Y NATALIDAD
Teraj, el padre de Abraham, era uno de los idólatras más importantes
de su época. Viviendo en un ambiente idolátrico, Abraham siempre sintió un
vacío en su vida. Buscando llenar ese vacío, encontró a Dios, y aunque hubo
de pasar por increíbles dificultades, sufriendo hambrunas, guerra y falta de
hijos, siempre se mantuvo fiel a Él. Finalmente, Dios hizo un pacto eterno
con Abraham y sus descendientes.
Y el Señor se le apareció a Abraham y le dijo, "Yo soy El Shadai;
camina delante de Mí y sé perfecto. Y yo haré Mi Pacto contigo... Estableceré
Mi Pacto entre Yo y tú y tu simiente después de ti... Yo seré tu Dios... Y tú
heredarás esta tierra... Este es Mi Pacto... Que sea circuncidado cada varón
entre vosotros..." . Génesis 17:1-14
El Pacto (Brit en hebreo) es el pacto que Dios hizo con
Abraham y con la nación judía.
Debemos considerar el significado del hecho de que Dios, el Rey de
reyes, haya hecho un pacto con Su Pueblo. ¿Es posible que por el solo hecho
de que se nos practique la circuncisión en la infancia hayamos cumplido con
nuestra parte del Pacto? ¿Es posible que desde el momento de la circuncisión
estemos absueltos de guardar el Pacto y todo lo que significa? Si un rey
mortal hiciese un Pacto con el pueblo, ¿acaso no lo honrarían y harían lo
posible por cumplirlo todo el tiempo? ¡Por supuesto que harían todo lo
posible para no violarlo! ¡Cuánto más aún debe sentirse obligado el judío a
honrar, cumplir y guardar constantemente, a lo largo de toda su vida, su
Pacto con Dios!
¿Cuál es, entonces, la sustancia de este Pacto? ¿Qué es lo que se
requiere exactamente de un judío para cumplir con el pacto? De hecho, ¿dónde
se nos dice que debemos amar y guardar el Pacto toda la vida, aparte de lo que
se encuentra escrito en el relato del pacto que Dios hizo con Abraham, es
decir, del acto de la circuncisión?
El signo específico del Pacto de Dios, el órgano sexual, tiene el
poder de iniciar una nueva vida. Pero la procreación sólo puede llevarse a cabo
a través de la unión sexual. Enseña el Talmud que hay tres socios en la
formación de un niño: "El padre contribuye con las partes blancas del
cuerpo [huesos, tendones, etcétera]; la madre contribuye con las partes rojas
[piel, carne, etcétera]; y Dios le da la vida al niño..." . (Nidá 31a).
Sólo cuando estos tres socios funcionan en conjunto puede el niño llegar al
mundo. ¿Cómo sucede esto?
La palabra hebrea para matrimonio es KiDuSHin, que surge de la palabra
KoDeSH (santo). Cuando la unión entre marido y mujer es santa, la Divina
Presencia, el Tercer Socio, reside con ellos (cf. Sotá 17a). Así, la unión
sexual, cuando se realiza en santidad, es un reflejo de la actitud de respeto
de la pareja hacia los poderes de procreación otorgados por Dios. Vivir dentro
de los límites de las relaciones sexuales permisibles asegura el cumplimiento
del Pacto, y por lo tanto del Pacto mismo. Enseña el Rebe Najmán:
Si la persona contrae matrimonio de acuerdo con la ley de la Torá y
mantiene su comportamiento marital dentro de los límites de la Torá, es
considerada entonces como una persona que ama el Pacto de Abraham (Likutey
Moharán I, 11:7). Cuidar el Pacto es el medio principal para acercarse al
Santo, bendito sea (Likutey Moharán I, 29:5).
La Circuncisión es el aspecto físico de nuestro compromiso con el
Pacto entre Dios y Abraham. El niño nace con una cobertura de piel sobre el
glande, la punta del órgano. Esta piel es superflua y, como con todos los
otros "excesos" del cuerpo, puede ser retirada sin efectos
adversos. El Brit Milá, el Pacto de la Circuncisión, requiere
quitar esa piel. El proceso de la circuncisión incluye el retiro de la piel,
llamada orlá, para descubrir el glande.
Hay, de hecho, dos capas de piel que cubren el glande: la primera es el
prepucio mismo y la segunda es una fina membrana, que debe ser abierta y
empujada hacia atrás del glande. Durante la circuncisión el orlá es
retirado por completo; esta parte del proceso es llamada la milá.
Sin embargo, la milá deja aún el glande cubierto por la
membrana, sobre la cual se realiza la priá. Priásignifica
descubrir o revelar, y este proceso implica abrir la membrana para revelar la
punta del órgano. Retirar sólo el prepucio, dejando la membrana, invalida la
circuncisión.
Escribe el Ari que la mitzvá del Brit Milá corresponde
a la visión profética de la Santa Carroza percibida por Ezequiel. "Y vi
una tormenta de viento proveniente del norte, una gran nube y un fuego
fulgurante; una Noga [brillo radiante] la rodeaba y un Jashmal apareció
en el fuego" (Ezequiel 1:4). El Rebe Najmán ofrece una interpretación de
esta visión tal como se aplica a la condición humana (ver Likutey Moharán I,
82; ibid. 19:3-5).
Puede decirse que la tormenta de viento representa los obstáculos
generados por la familia, los amigos y las dificultades financieras que la
persona debe enfrentar en su búsqueda de lo espiritual. La gran nube
representa las dudas y la confusión, tales como los cuestionamientos a la fe.
El fuego fulgurante alude a la avaricia, a la lujuria sexual, a la arrogancia
y al estallido de la ira.Noga es el brillo compuesto en parte por
el bien y en parte por el mal. El bien en Noga debe ser
reincorporado a la santidad, para que el mal, privado de su fuente de vida,
se agote y muera. El Jashmal sirve como una barrera,
previniendo que el mal de Noga penetre en el ámbito de la
santidad.
El prepucio corresponde a las tres klipot (literalmente,
"cáscaras" ) completamente malas - representadas por la tormenta de
viento, la gran nube y el fuego fulgurante de la visión de Ezequiel. El
prepucio cubre por completo el glande, que es llamado Ateret
HaIesod (la Corona de Iesod) e impide que lashefa (abundancia)
Divina pase, como debiera, a través de Iesod hasta Maljut.
Retirar el "prepucio" - milá - extrae de Iesod a
estas tres klipot, permitiendo una libre transferencia de
abundancia. Aun así, esta transferencia no puede realizarse de la manera
apropiada hasta que Iesod no sea revelado por completo.
La fina membrana que rodea el glande, correspondiente a la
cuarta klipá, laKlipá Noga, debe ser empujada hacia atrás.
Es así que se nos ordena cumplir con la priá, retrayendo la
membrana y revelando el glande. Una vez realizada, la priá impide
que el elemento negativo de Noga entre al ámbito de la
santidad.
Al tratar el tema del retiro del prepucio, el Rabí Natán se refiere a
las otras aplicaciones de estos términos:
Existe una ordenanza conocida como el orlá, que prohíbe
comer las frutas de los tres primeros años de árboles recién plantados.
Durante el cuarto año es posible comer sus frutos, pero sólo luego de
haberlos redimido. A partir del quinto año, uno puede disfrutar de los frutos
de su trabajo sin restricción alguna (ver Levítico 19:23-25). Esto nos enseña
el valor de la humildad y el rechazo de la arrogancia.
Existen cuatro niveles de humildad, correspondientes a los cuatro
primeros años. La persona debe ser humilde delante de aquéllos más grandes
que ella, delante de sus pares e incluso delante de aquéllos que se
encuentran en un nivel inferior. Cuando se alcanza este tercer nivel de
humildad en el cual la persona se considera menos que todas las demás, se
debe entonces buscar un nivel más profundo de humildad.
Los tres primeros niveles de humildad contienen algo de arrogancia;
estos niveles corresponden a las tres klipot negativas -
pues en cada uno de estos niveles la persona se niega, en cierta forma, a
humillarse delante de los demás. Incluso alguien que actúa con "absoluta
humildad" - humildad que lo coloca por debajo de la norma de la estima
humana - también posee algo de arrogancia, pues puede llegar a sentir que no
es adecuado que alguien como él deba ser tan humillado. Este es el sutil mal
de noga. Esta noga sólo se vuelve una fuerza
totalmente positiva cuando la persona comprende que siempre debe ser
completamente humilde delante del Creador (Likutey Halajot, Orlá 5:1-2).
La arrogancia es la característica más negativa del hombre y debe ser
erradicada. Esta característica corresponde al prepucio. La arrogancia es un
rasgo que tiende a sabotearse a sí mismo: y es su propia fuente de
humillación, pues la persona arrogante es despreciada, dado que es su misma
arrogancia la que hace que la gente busque desacreditarla. También a través
de sus acciones puede atraer la humillación, esperando y ordenando que las
cosas sean como ella lo desea, cuando por lo general no lo son (Likutey
Moharán II, 82).
En ningún otro lugar se hace tan patente este rasgo negativo como en
la actitud de la gente hacia sus proezas sexuales; hay gente que tiende a
"pavonearse" y al hacerlo se vuelve objeto de humillación. Por el
contrario, aquél que busca la espiritualidad del Pacto de Abraham quita su
prepucio - su arrogancia - que es fuente de humillación y oprobio. El Rebe
Najmán enseña que "el oprobio y la humillación coinciden con la inmoralidad
sexual, y la inmoralidad sexual es sinónimo de un Pacto denigrado"
(Likutey Moharán I, 19:3).
También enseña el Rebe Najmán:
El brit corresponde al JaSHMaL que protege del mal
[como arriba], pues JaSH tiene el significado de "silencio" y MaL
sugiere la Milá [circuncisión]. Ya hemos visto que el
prepucio corresponde a la humillación. Cuando una persona es insultada o
avergonzada, pero se mantiene en silencio y controla su deseo natural por
responder, al punto en que no siente ningún mal ni siquiera en su corazón,
entonces revela las cualidades del brit, obteniendo así un
tremendo mérito (Likutey Moharán I, 82:2).
Es así que el Pacto de Abraham cultiva en la persona las
características del autocontrol; aunque sea humillada, será capaz de
restringirse y de no responder. Este comportamiento limpia su corazón. Es
significativo que también del corazón se dice que tiene un prepucio y que
aquél que se vuelve hacia Dios es capaz (y de hecho se requiere que)
"circuncide" su corazón .
(Es interesante notar que anatómicamente existe una cobertura del
corazón conocida como el pericardio. Hay ciertas afecciones que son tratadas
quirúrgicamente por la medicina occidental quitando el pericardio.)
DEUTERONOMIO 10:16 CIRCUNCIDAD, PUES, EL CORAZON Y NO ENDUREZCAIS MAS VUESTRA CERVIZ. |
lunes, 11 de mayo de 2015
EL AMOR, LA MUJER JUDIA Y EL MATRIMONIO
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